Historia
La privilegiada situación geográfica de La Barca de la Florida hace pensar que históricamente ha sido un lugar deseable para los asentamientos humanos. De hecho, la presencia humana en nuestro término está ampliamente documentada desde el Paleolítico. Se han encontrado restos fósiles en las graveras de la vega del Guadalete a su paso por La Barca de la Florida e incluso talleres de silex, en el Cortijo de Garrapilos que muestran una intensa actividad desde esta época; pero también en épocas posteriores, como la romana, de la que existen numerosos vestigios en “La Residencia”, donde se han hallado restos de cerámica sigilata, sillares y piezas de construcción e incluso piezas de molino.
Pero sin duda son los orígenes legendarios de La Barca, que datan del siglo VIII, los que parecen estar tras su denominación. Unos orígenes que hablan de batallas de Reconquista y de la construcción de un palacio a orillas del río Guadalete para una tal “Florinda”, tal y como recoge el Romancero Viejo de Menéndez Pidal.
Ubicada en un cruce de cañadas, La Barca de la Florida fue constituyéndose en descansadero para bestias y lugar descanso para quienes las dirigían en sus distintas ventas, como el Rancho de Benalí o la Venta de San Francisco, la primera vivienda de La Barca. Una época en la que una gran barcaza servía para atravesar el río en invierno.
Ya en los años 20 del siglo pasado, nuestro pueblo se había constituido en un pequeño espacio urbano que sumaba, junto a la citada venta, varias casas y chozas, además del cortijo de Garrapilos. Se trata de una década en la que se produjo un importante aumento poblacional por la construcción del puente y de otras infraestructuras; a las que se sumó la primera escuela e iglesia durante la Guerra Civil. Pero el impulso definitivo para la construcción de La Barca, tal y como hoy la conocemos, se produjo con los planes de colonización del INC.